abrelatas

Esto no es una perorata para hacerme el piola, después de todo, termina siendo una pregunta. Es lo que voy a llamar el "efecto abrelatas" no creo que sea pariente del "efecto escoba nueva" pero si querés relacionarlos, adelante. También podés usar otros ejemplos, como el taco del zapato, el botón menú del control remoto o el que quieras. Yo me encontré con éste. Durante años usé el mismo abrelatas, nunca reparé demasiado en él, no recuerdo quién lo compró si mi ex o yo y no está diseñado por Philippe Stark ni mucho menos, no hace a la cuestión. No tengo una conexión afectiva, no es el que usó mi abuelo cuando yo era su ayudante de cocina, es un simple abrelatas. Lógicamente con el tiempo dejó de hacer su trabajo como cuando era nuevo y desde hace mucho (muchísimo) comenzó a tener mañas y sólo funciona si lo usás de una determinada manera, poniéndolo de costado, presionando la mariposa de una forma particular, teniendo que repasar zonas que deja la lata sin cortar. Pero me acostumbré y no entendía otra forma de abrirlas, pasó a ser algo natural, sólo tenía que ajustar mi destreza a su deterioro y listo. De pronto un día en mi casa no hubo un abrelatas sino dos. Y sin pensar agarré el otro, el de poco uso, y descubrí que todo este tiempo estuve renegando con algo que no funcionaba bien, amoldándome a sus caprichos, a sus defectos, inútilmente. Sentí una liberación enorme con el simple acto de abrir una lata, sí suena tonto, pero tuve en las manos la pregunta: ¿por qué todo este tiempo usé algo que no servía? Rin, ring, ring. ¿Quién es? Soy tu inconsciente que está harto de tu conformismo, tu comodidad y tu falta de pelotas, características que te tuvieron por ejemplo 13 años en el lugar equivocado, o intentando "ladear" las cosas o forzándolas para que funcionen: parejas, relaciones con amigos, el trabajo. Es la tapa del horno cerrada con un pedazo de cartón porque ya no cierra bien. Cosas que se arreglan llamando al técnico, y no lo hacemos o es demasiado tarde cuando nos damos cuenta. Situaciones, elementos que no van para ningún lado y que sería más conveniente cambiar por algo nuevo. Sí, sí, hasta que se rompa, nada es eterno, hasta que comiencen los caprichos, los vicios, las mañas. Las cosas que claramente vemos que no van para ningún lado y sin embargo prolongamos en el tiempo, como tanos que no tiran nada, o el chiste del peine de un sólo diente. Cosas que compramos sabiendo que no necesitamos o que no funcionan ni de entrada. Me cuesta comprender cuando tengo la suerte de avivarme de algo, a veces tirado en un diván, otras sentado en un bondi, cómo soy tan pelotudo, que sabiendo perfectamente lo que pasa, miro para el costado. Nos hacemos los boludos, total ponemos el abrelatas de costado, presionamos la manija más de lo que deberíamos y pasamos una y otra vez arriba de esa pequeña parte de hojalata que rehusándose a cortarse, nos mira sin entender cómo no cambiamos ese aparato de una buena vez.

¿No te parece?

violín

Llegó del chaco siendo casi una niña y la realidad en la que se vio inmersa desde que vino al mundo la tuvo siempre con la necesidad de nadar para mantenerse a flote, para subsistir. Así comenzó a limpiar en casas ajenas mientras buscaba encontrar una para hacer suya. Con el tiempo echó raíces y se enamoró, tuvo un hijo y luego otro y otro más. Como ocurre muchas veces sin que esto tenga que sorprendernos, un amigo de su hijo quedó en la calle y no solo le dió cobijo sino también una mejor madre: ella. Así pasó la vida, se hizo grande, sus hijos la hicieron abuela, siempre arriba de un tren yendo y viniendo por horas desde la ribera del Gran Buenos Aires hasta una agencia de publicidad que la tuvo de acá para allá. Un día su marido fue a visitar al chaco a un sobrino que no conocía, ya grande, que tuvo la suerte de nacer con síndrome de down en un lugar donde la vida es más dura para el resto que para él y que llena sus días de felicidad entre otras cosas, con música. No creo que te extrañe querido lector saber que este hombre humilde, a su vuelta a la glamorosa capital, a su lustrador de bronce para un timbre de múltiples historias, se propuso cumplirle un deseo a este chico. Y así fue que comenzó a pagar con plata que no tiene, en cuotas, un violín que envió al norte envuelto en amor y cartón; y que ahora busca sonar lejos de su destino filarmónico, entre las risas desafinadas de un niño eterno que no sigue las reglas del tiempo mantenido en la más pura humanidad. Tan pura como la de esta gente que es un ejemplo de vida, acá cerca del río, a unas horas de tren nomás.

palabra

Nunca en mi vida la palabra amor quedó chica. Tuvo siempre una grandilocuencia envidiable y lo que encierra es prácticamente todo lo bueno que nos ponen los dioses en las manos. Amor son mis hijos, mis parejas a lo largo de mi historia, mis amigos, mi viejo, mis ideas, mi familia, la patria (la de los griegos, no la de Videla), mi música quien alguien llamó “tu amante”, una buena peli, el gol, algún plato, un lugar, Paris, amor es eso, también un cuadro, un touchdown de último segundo o un libro, cómo no.

Hoy me encuentro ante un serio dilema: la palabra amor no me alcanza, necesito otra, me quedó chica; y la frase “Te amo” describe lo que siento, de la misma forma que lo hace la letra E con un elefante.

cosas

"Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad".
Bertrand Arthur William Russell.

little person

I'm just a little person,
One person in a sea
Of many little people
Who are not aware of me.

I do my little job
And live my little life,
Eat my little meals,
Miss my little kid and wife

And somewhere, maybe someday,
Maybe somewhere far away,
I'll find a second little person
who will look at me and say,

"I know you
You're the one I've waited for.
Let's have some fun."

Life is precious every minute,
and more precious with you in it,
so let's have some fun

We'll take a road trip
way out west.
You're the one
I like the best.

I'm glad I've found you,
Like being around you
You're the one I like the best.

Somewhere, maybe someday,
Maybe somewhere far away,
I'll meet a second little person
And we'll go out and play.

gracias

Llama mi viejo a casa, está en el Calafate llegado anoche y sin haber ido todavía al Glaciar Perito Moreno. Anda en uno de sus viajes que orgulloso estoy de haber incitado, viaja como un chico por el sur argentino que ama tanto como sus sierras de Córdoba. Se fue a ver a su hermana a Chubut; anda detrás de unas truchas y de sus sueños que últimamente veo muy ligados entre sí. Salió con la consigna "vuelvo cuando se me acabe la plata", quería ir a Comanante Luis Piedrabuena a ver un concurso mundial de fly casting, cosa que descartó por el Chaltén que anduvo escupiendo cenizas y arruinó los ríos más el calor del verano que hizo de la pesca algo Quijotezco esta temporada. Pero como todo en la vida que es inesperado, terminó yendo con alguien que conoció allá, a ver los hielos eternos en el confín de la Patagonia. Me contó todo esto ayer que llamó a la agencia, pero este que les cuento es otro llamado muy distinto. Es la una de la tarde un sábado sin chicos, atiende mi novia se mandan cariños y besos y después habla conmigo. Tiene una voz callada, de un tono que sólo escuché un día que lo hice llorar por un reproche injusto que se me escapó todavía con la cabeza volada no hace mucho, suena emocionado:
papá: "hola flavio!"
flavio: "hey papá cómo va?"
papá: "bien, sorpendido con esta ciudad"

edito el resto, pero el viejo me describe esa perdida ciudad hecha de turismo que espero algún día conocer. Termina así:

papá: "es poco común que un viejo a los 70 años se emocione ante un paisaje, de tal forma que le tiemblen las manos como a mí recién. Estoy contento de poder emocionarme todavía. De que me tiemblen las manos por algo. Yo me puedo morir tranquilo. Soy un tipo afortunado. Por lo que vi y por estas cosas que me pasan, te digo que cuando muera, si estoy lúcido y puedo hablar, mi última palabra va a ser GRACIAS"
...
flavio: "te quiero mucho viejo"
papá: "chau hijo"
cortó.