Brazos

Hoy me tocó enfrentarme con una historia que desconocía por completo y me dejó mal. No sólo por lo grave de la misma sino porque me sentí afuera de algo, lejos, como un extraño en mi propia familia. Pero no es ese el punto. Hoy me enteré que hace unos años mi hermana, sola con una beba en la cuna, revivió con sus manos a su marido que tenía en ese momento un paro cardíaco. Los médicos le preguntaron cuántas veces le dieron los paramedicos con ese aparato que vemos en las pelis cuando lo frotan y dicen: "clear" y no le creyeron al contarles que fué ella sola con sus brazos. Porque es flaquita pero tiene una fuerza que la gente no puede ver. La misma fuerza extraordinaria que la mantuvo de pie cuando el destino la enfrentó años después ante otro pecho, con otro corazón detenido, más pequeño pero más inmenso, el de su bebé. Dos veces en distintos momentos en la vida de su hijo menor. La última, cuando le dijo al segundo marido "dejalo ir"; ante la desesperación inimaginable de un papá pidiéndole, gritándole que haga algo, ella, la de los pequeños brazos lo trajo de nuevo al mundo. Una vez más.

Mi hermana pasó por un montón de cosas, tiene un carácter difícil y conmigo no ha tenido una buena relación prácticamente nunca. Cuando un amigo me llama para avisarme que se murió su primer marido, yo ni sabía que estaba viviendo en Londres; como no supe que volvió tiempo después a enamorarse de un primo de él. Luego me enteré, como si lo hubiera escuchado en una radio, que tuvo un hijo y luego que casi se muere. Por otros también me enteré que se fué a vivir a Uruguay y tiempo después que volvía. Hoy supe lo de Paul y su vuelta a nacer en Spegazzini gracias a su mamá. La vida la dan dos personas, salvo a mi sobrino que se la dió una sola. Hoy me enteré de esto y mañana voy a pasar el día de la madre con una madre especial a quien el tiempo y la sangre (que tira y mucho) me están devolviendo, a quién quiero y admiro profundamente: mi hermana Moira. Y sus hijos. Eso sí que es un feliz día.

Me quedé solo a la tarde y vi Aprile por primera vez (tenía ganas desde hace muchísimo tiempo). Cuando terminó no sólo quería ir a abrazar a mi hijo y besarlo. Me quedé pensando y recordando cómo fué su nacimiento, lo increíble que es un hijo. Lo que es la vida. Lo que es la muerte. Lo que te queda de cinta. ¿Cuánto me quedará a mí? ¿Cuántos centímetros más tendré? ¿Cuántos tendrás vos? ¿Cuántos Paul? Es extraño pero cuando reconstruí la vida de Milo, en un flash, no reparé (hasta este preciso instante) que nació el mismo día que Moira. Y me parece un lindo cierre para esta historia.

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