shampoo

De los 41 años que tengo, fui pobre treinta y pico y el resto anduve bien pero sólo por comparación. Este fin de semana sentí nuevamente lo que es la pobreza ya que debido a un par de cumpleaños de gente que amo y unos viajecitos al otro lado del río, quedé en la lona. Lona al nivel de que no poder pagar en el super porque me rebotó la tarjeta de débito y lona de ir al banco y sólo poder sacar 20 pesos, dejando un saldo de $4.90 que hacía tiempo no veía. Plus en la otra cuenta tengo un -200 que me deja en un real estado de rucci auténtico. Con mi billetito de 20 pesos fui a farmacity porque me quedé sin shampoo. Bah, tiré 10 envases vacíos el sábado y quedó uno que por marca desconozco de qué época es pero sospecho previo a mi separación, no lo sé. Cuando estaba en la cola de la caja pensé que podía usar este desconocido complejo de químicos recién descubierto en mi baño para dejar mi pelo (y el de mis chicos) brillante, sedoso y libre de caspa, y con mis escasos fondos comprar unas facturas en la panadería ya que venían mis sobrinos y hermanos a tomar el té. Sin vergüenza alguna dejé el shampoo en la góndola y sin nada en las manos me fui con la frente en alto hacia Triunvirato casi La Pampa. Cuando llegué a casa me hice un mate y sentí nuevamente la experiencia de no tener nada. (Pensaran en dolares debajo del colchón o embolsados en un freezer a salvo de cacos, pero no están ya que los que tenía que no eran muchos, se los presté a mi hermano y no veo cerca el reencuentro con los próceres del imperio) Me imaginan exagerado, literariamente armado para arrancar muecas ante el monitor, les juro que volví a experimentar el no tener nada y un alivio apareció unos mates después cuando el contador de la agencia donde trabajo me tocó el timbre con salvadores 200 pesos. Quizás sabiendo lo que es no tener un mango o haciendo uso de la imaginación, me salvó de una miseria escenográfica que me tuvo durante un rato volviendo a degustar el amargo sabor de no tener un mango, cosa que como en "Qué bello es vivir" deberíamos, de vez en cuando, tener entre los labios esa sensación para valorar y comprender mejor a muchos que viven esto como una constante día tras día y donde el tipo de shampoo es absolutamente irrelevante. Pero eso está como en otro idioma, tan extraño y difícil de comprender como lo es a veces la diferencia entre lo importante y lo imprescindible.

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