Nunca en mi vida la palabra amor quedó chica. Tuvo siempre una grandilocuencia envidiable y lo que encierra es prácticamente todo lo bueno que nos ponen los dioses en las manos. Amor son mis hijos, mis parejas a lo largo de mi historia, mis amigos, mi viejo, mis ideas, mi familia, la patria (la de los griegos, no la de Videla), mi música quien alguien llamó “tu amante”, una buena peli, el gol, algún plato, un lugar, Paris, amor es eso, también un cuadro, un touchdown de último segundo o un libro, cómo no.
Hoy me encuentro ante un serio dilema: la palabra amor no me alcanza, necesito otra, me quedó chica; y la frase “Te amo” describe lo que siento, de la misma forma que lo hace la letra E con un elefante.
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