Ossie
Uno en su cumpleaños pega un vuelo por arriba de lo que fueron estos años, las cosas grossas, las importantes. Quizás alguna de las otras. Pero quedan esas que la memoria encanuta y las difumina con el dedo como un pastel. Las funde creando nuevos colores, las mezcla. Hay cosas que se pierden para siempre. Otras están perdidas pero andan por ahí. Extraviadas hasta que una canción, un olor, o una foto nos las devuelve frescas, increíblemente claras. Como si fueran de ayer. Y es así, como si fuera ayer que hoy recuerdo en tu día, mil cosas. Anécdotas de colegio y tizas revoleadas. De compañeros. De hermanos que somos. Piedras tiradas no a un cartel, sino a la vida. Charlas y sobremesas. Libros. Noches de radio con un Mondrian de fondo. Novias que surgían y amores que nos cambiaron, para bien generalmente (como son todos los cambios). Hoy podría agarrarme de una historia, una colada en el roca. Una botella de wisky en la clase de mantenimiento preventivo, o un disco en lo de Ale Wiegrebe en una tarde afanada. O un gol, o un consejo. Pero no, eso lo dejo a tu memoria, para que le ganes a su avaricia y le arranques un recuerdo. Como los que te regala una foto, un perfume o una canción.
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