habitación de mar

Las aletas de plástico gris del ventilador giran llevándome un poco de aire fresco. Por el mosquitero asoma el ruido de unas herramientas de una obra en construcción, mientras el sol mira a ver qué hace hoy entre nubes que juegan carreras hacia el mar. Las habitaciones de una casa de playa son todas iguales. Les falta algo para ser un cuarto de verdad, tienen todo casi a punto pero indefectiblemente les falta algo. La imperfeción, lo berreta y lo incompleto son los comunes denominadores. Un tornillo que no está, un mueble barato, una puerta que no cierra, zócalos colocados mal siguiendo quizás una ley que desconocemos. Tirado en una cama que hace honor a dónde está, sobre un colchón nunca amado, descubrí mirando al infinito, cada nudo, cada empalme desfazado de los tirantes del techo, hecho con una madera de pino avergonzada de su origen brasileño, teñida de un color que le da una identidad que no le pertenece. La arena enroscada entre las sábanas me raspa la espalda en represalia por haberla raptado; no resiste su destino de algodón cuando era parte del inmenso azul, tirada bajo el sol por siempre hasta que me la llevé sin querer. Mientras decido si me levanto, me desperezo por última vez, me voy al living sin besar a mi novia que aún sueña, abro la compu y tipeo: Las aletas de plástico gris...

1 comment:

  1. Le mando un abrazo enorme. Extraño su compañía, no sabe cómo.

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