Queridos ladrones. Con todo respeto quiero que sepan unas cositas que van a quitarles las ganas de cometer las fechorías a las que nos tienen acostumbrados lamentablemente. Tampoco con esto quiero generar un desafío y con ello que sea la sede del campeonato mundial de choreo. Primero: a diferencia de cuando fui a chicago (hábil afano en el único fin de semana que quedó la casa sola) esta vez va a haber gente full time. Puede que salgan al chino a comprar yerba porque casi no queda pero este no es el punto fuerte. Segundo la gente de LoJack ha desarrollado un producto para hogares y si bien lo mantuve en secreto, estoy disfrutando de la tranquilidad que nos brinda el monitoreo por radio frecuencia que nos mantiene conectados incluso si cortan las líneas de teléfono (cosa de película de sábado de súper acción) tampoco este es el botón que quiero tocar en su corazoncito punga. Tercero: no hay un mango en casa, ni falopa ni nada que valga la pena cortar rejas, escuchar la alarma, salir corriendo y terminar sudado como los sábados cuando corren bolivianas. La Xbox va a lo de milo junto con la parafernalia que el niño desea disfrutar en solitario. Cuarto: acá sí viene cuando intento persuadirlos. Sólo tengo juguetes, juguetes que reconozco en ebay, mercadolibre, plazas de buenos aires y retro toys. Juguetes que no le sacan un mango vendiéndolos de apuro. Chicos, no tengo un mango, dejenme un teléfono y los invito a comer cuando vuelva. Asado, polenta, lo que quieran comer. No sean malos, dejen a mi viejo que está grande en paz viendo Nat Geo o Travel and Living, o a Pablín que viene primero y me hace el aguante con toda su galleguez. Por favor señores chorros, vayan a lo de Francisco (pidanme por mail la dirección si quieren, se las daré por gusto) él sí tiene mosca o a lo de Macri o a lo de Ibarra que vive acá cerca. Haganme el favor de no joder, les estaré eternamente agradecidos. A propósito, si no conocen mi dirección, acá se las dejo: Sandokán 3364 5to piso esquina Acelga.
Muchas Gracias.
carta a mi viejo
Una de las primeras cosas que recuerdo de vos ( o la más intensa) y lo lindo de esto es que vos no tenés ni puta idea porque fue un momento de esos que se escapan. Estabas haciendo fiaca un domingo en tu cama en temperley en la casa de Suarez, mamá haciendo el desayuno y los chicos por ahí y estaba sentado arriba de tu panza, jugando, riendo y de pronto vi que llorabas. Cuando te pregunté por qué lo hacías me contestaste con evasivas como hiciste con casi todas las preguntas que te hice en mi infancia. Hoy puedo sospechar porqué lo hacías. Vinieron tiempos duros después, peleas que me hubiera gustado no presenciar, gritos de mamá, enojos. El bar del turco era un lugar que odiaba con todas mis fuerzas sin saber bien porqué. Luego, unos años después cuando ya no estabas, te escribí varias cartas porque en época de familias sin teléfono, mail, blog, posts, skype, sms, msn, videocall, celulares y youtube la única forma de estar cerca tuyo era con palabras transferidas del alma al papel sin otro carbónco que el dolor. En esa época supongo que te pedía que vengas, que estés, que le pases plata a mamá o pedía regalos. Supongo, porque no sé que te escribía. Patricio me dijo que había por ahí una carta de ese tiempo que me haría caer las medias pero nunca me la dió y creo que nunca lo hará. En los años siguientes, cuando volviste con mamá, yo tuve una lucha con vos que descubrí en el diván (no te enojes con él porque gracias a análisis descubrí que existías) lucha que me hizo vivir una etapa de terror porque se juntaron luchas con mis hermanos, conmigo y con el mundo. Pero en ese momento estabas, hacías lo que supuestamente tenías que hacer y te rompiste el orto por nosotros como nunca lo habías hecho antes. Tengo la sensación de que siempre estuvo mamá en el medio de nosotros dos y cuando ella se fué, pusiste en el medio un mar de alcohol que no me animé a cruzar. Nunca supe por qué te quisiste ahogar en él tantas veces y por qué nunca viste lo que sos. Otra vez tengo que suponer que no lo sabré jamas ya que no te gusta hablar del pasado. Cuando nació Puppe y se volvieron a separar fui yo quien te pidió que te vayas de casa, como una triste marioneta, ciego. Aún hoy no me lo perdono. Errores que cometemos de niños (porque no era más que eso). Por suerte durante un tiempo fui tu única compañía y esas horas en spegazzini me mostraron crudamente el amor que siempre sentiste por mí. En ese momento no supe cómo ayudarte, porque si alguien necesitó una mano fuiste vos. Veía a mi padre en un laberinto y te perdiste durante un largo tiempo. Cuando nació Anaïs tiré el hilo, que como Teseo usé para no perderme. Desee que nunca salieras, movido por la incomprensión que sentí como par, como papá. Así continuó inmodificable nuestro destino hasta que la dama de hierro dijo basta y se fue sin contemplaciones. Quedé encerrado en mi furia lamentando que sea ella. Y vino Milo, y pasaron 3 años hasta que lo conociste. Casi te morís en el medio y por primera vez tuve miedo de no tenerte de verdad. No quiero imaginar todo lo que nos hubiéramos perdido si te ibas en esos días. Y me casé y me divorcié. Un tiempo antes de esto, y no es casualidad, empecé a ir a terapia y con la separación empecé a entenderte. Estuve en el mismo lugar que vos. Después a ese entendimiento le sumé el descubrirte y tomar conciencia de que tenía un padre. De a poco eliminé esa capa impermeable que puse entre ambos. Reaparecieron la largas charlas, la afinidad, las palabras llenas de afecto. El preguntarme porqué mis viejos tuvieron esa relación única conmigo que me hizo ganar el odio de mis hermanos que aún hoy me salpica. Vinieron los viajes juntos, los momentos únicos. El amor por mis hijos, el que tengan un abuelo parecido al que tuve yo. Los abrazos, las lágrimas, las fotos, las películas de otros tiempos y otros lugares. El ver los porque. Siempre supe que eras un tipo especial perdido en tus laberintos, junto a fantasmas que creo todavía ves. Con el tiempo empecé a disfrutarte, a develar ese orgullo enorme que como un monumento de la antigüedad estuvo enterrado por años. Hoy puedo sentir esa identificación mutua que tenemos y me siento plenamente feliz por poder tenerte cerca, haberte hecho sentir el mismo orgullo que vos me regalaste y acá viene algo que nunca te dije y que por pelotudez (no me importa que no te gusten las malas palabras acá) callé tontamente: te admiro viejo, tu inteligencia, tu cultura, tu humanidad. Sí, de acuerdo, sos un viejo choto que se calienta por nada (los hmbres de verdad tienen sangre en las venas) y que se pone monotemático con la pesca y las moscas para pescar momentos digno de dioses. Nunca me aburrió una charla, sos una fuente de saber enorme y si pudiera elegir un espejo aunque te suene raro, te usaría de molde viejo querido porque al igual que grampapa, sos de esos tipos llenos de defectos que se vuelven perfectos porque al cerebro le agregaron corazón. Grande, inconmensurable como lo es mi alegría hoy, en épocas de padres que mueren, de tenerte vivo.
Como esto se supone que es una carta de despedida, voy a robarme un concepto de mi hermano para pedirte que al igual que él, viví varias vidas, hice cosas que nunca me permití soñar, amé y sentí como poca gente pudo hacerlo y disfruté viejo querido de una forma que shakespeare no pudo imaginar. El miedo más grande de todo padre es que muera un hijo antes que uno y si eso ocurre con nosotros, te pido que no me llores, que no lo lamentes porque he sido feliz viejo mucho y estos últimos años te lo debo en gran parte a vos. Aunque no me creas.
te amo viejo.
Como esto se supone que es una carta de despedida, voy a robarme un concepto de mi hermano para pedirte que al igual que él, viví varias vidas, hice cosas que nunca me permití soñar, amé y sentí como poca gente pudo hacerlo y disfruté viejo querido de una forma que shakespeare no pudo imaginar. El miedo más grande de todo padre es que muera un hijo antes que uno y si eso ocurre con nosotros, te pido que no me llores, que no lo lamentes porque he sido feliz viejo mucho y estos últimos años te lo debo en gran parte a vos. Aunque no me creas.
te amo viejo.
Carta a mi hijo
Querido milo.
Cuando me enteré que venías, estaba muriendo mi mamá y si bien hay vacíos en la vida de las personas que se rellenan y otros que no, creo que el tenerte me llenó de una felicidad que equilibró las cosas en una época que hoy a la distancia puedo definir sin culpas, como feliz; pese a la pérdida, pese a todo. Llegaste en un momento muy particular de la misma forma que Anï: inesperada. La sorpresa tuya fue distinta, fue llena de respuestas y no de preguntas como con tu hermana que ahora me acompaña lejos tuyo. Fuiste especial desde la forma que apareciste en el mundo, sorprendiéndonos con tu chispa, tu humor, tu sonrisa. Cada día con vos fue un desafío que demandaba todo de nosotros. Al extremo. Tu crecimiento lo acompañó el país y tuviste la suerte de tomar de la miel que nos regala la argentina de vez en cuando. Tus arranques, tus berrinches fueron un disfrute secreto y siempre me hizo reir tu rebeldía si bien nunca pude apoyarte frente a tu madre a quien volvías loca como me hubiera gustado a mí y no pude. Pero no era ese tipo de complicidad cobarde de barreda el odontólogo que un día dijo basta y se cargó a todas. No, era una complicidad de outlaw de tipo del costado que somos vos y yo. Cuando asomaste por un monitor y el doc dijo que eras indudablemente un varón sentí las ganas (que conservo intactas) de verte compartir conmigo mil eventos. Desde un partido de tenis llenos de passings y aces a poder gritar juntos un gol, cosa que me llevo con vergüenza por no haber cumplido. Verte con una chica o prestarte el hombro cuando una te haga llorar. Cosas de libro, de cliché, pero que por más imaginación que le ponga, terminan cayendo al lugar común de todo padre latino y su hijo.
Así vino que un día quieras hacer un comic y tengas la idea de un pibe 10 años más grande que vos o el ponerte a todos al hombro para que te hagamos la peli en spegazzini con tus primos de actores y vos como genio central, llevándote halagos de muchos. El que todo el mundo te rompa las pelotas con la escuela para que mañana seas mejor, es algo que apoyo desde adentro, desde la trinchera, con vos del hombro como un soldado sostiene al otro herido. Porque quiero que sepas mi amor que no solo vos estuviste herido esa época donde me decías: "papi no soy feliz" cuando los chicos de tu edad sólo piensan en glorias deportivas y tonterías de cartoon, yo estaba herido también. Y cuando nos abrazábamos en nuestra esquina y yo te ocultaba lágrimas de orgullo y tristeza, estaba en la misma que vos. Por eso luego me llenó de felicidad que lo superaras como un hombre que sos diciéndole a tu analista: "¿para qué tengo que venir acá si ahora soy feliz" cosa que yo con casi 43 años no le pude decir a fabian. Por eso es que hoy puedo ser feliz al verte grande, creciendo sano, con genio, con talento, con GANAS. Yo sé que estás en el comienzo mu temprano de tu vida y todas las preguntas que encarnás sólo tendrán respuesta con lo que hagas y con tiempo. Pero quiero decirte milo que nadie cree en vos como tu padre y que desde acá, lejos, a una distancia que no podés medir salvo con el alma, te acompaño a donde sea porque sos mis alas. Mi motivo de energía más alto, mi esperanza y mi amor. Todo en ese cuerpito de nene que viene haciéndose hombre ide la misma forma que tu papá, tanto que asusta.
Te amo con locura y siempre estaré adentro tuyo, en un rincón perdido de tu corazón lleno de pasión y de genio.
Cuando me enteré que venías, estaba muriendo mi mamá y si bien hay vacíos en la vida de las personas que se rellenan y otros que no, creo que el tenerte me llenó de una felicidad que equilibró las cosas en una época que hoy a la distancia puedo definir sin culpas, como feliz; pese a la pérdida, pese a todo. Llegaste en un momento muy particular de la misma forma que Anï: inesperada. La sorpresa tuya fue distinta, fue llena de respuestas y no de preguntas como con tu hermana que ahora me acompaña lejos tuyo. Fuiste especial desde la forma que apareciste en el mundo, sorprendiéndonos con tu chispa, tu humor, tu sonrisa. Cada día con vos fue un desafío que demandaba todo de nosotros. Al extremo. Tu crecimiento lo acompañó el país y tuviste la suerte de tomar de la miel que nos regala la argentina de vez en cuando. Tus arranques, tus berrinches fueron un disfrute secreto y siempre me hizo reir tu rebeldía si bien nunca pude apoyarte frente a tu madre a quien volvías loca como me hubiera gustado a mí y no pude. Pero no era ese tipo de complicidad cobarde de barreda el odontólogo que un día dijo basta y se cargó a todas. No, era una complicidad de outlaw de tipo del costado que somos vos y yo. Cuando asomaste por un monitor y el doc dijo que eras indudablemente un varón sentí las ganas (que conservo intactas) de verte compartir conmigo mil eventos. Desde un partido de tenis llenos de passings y aces a poder gritar juntos un gol, cosa que me llevo con vergüenza por no haber cumplido. Verte con una chica o prestarte el hombro cuando una te haga llorar. Cosas de libro, de cliché, pero que por más imaginación que le ponga, terminan cayendo al lugar común de todo padre latino y su hijo.
Así vino que un día quieras hacer un comic y tengas la idea de un pibe 10 años más grande que vos o el ponerte a todos al hombro para que te hagamos la peli en spegazzini con tus primos de actores y vos como genio central, llevándote halagos de muchos. El que todo el mundo te rompa las pelotas con la escuela para que mañana seas mejor, es algo que apoyo desde adentro, desde la trinchera, con vos del hombro como un soldado sostiene al otro herido. Porque quiero que sepas mi amor que no solo vos estuviste herido esa época donde me decías: "papi no soy feliz" cuando los chicos de tu edad sólo piensan en glorias deportivas y tonterías de cartoon, yo estaba herido también. Y cuando nos abrazábamos en nuestra esquina y yo te ocultaba lágrimas de orgullo y tristeza, estaba en la misma que vos. Por eso luego me llenó de felicidad que lo superaras como un hombre que sos diciéndole a tu analista: "¿para qué tengo que venir acá si ahora soy feliz" cosa que yo con casi 43 años no le pude decir a fabian. Por eso es que hoy puedo ser feliz al verte grande, creciendo sano, con genio, con talento, con GANAS. Yo sé que estás en el comienzo mu temprano de tu vida y todas las preguntas que encarnás sólo tendrán respuesta con lo que hagas y con tiempo. Pero quiero decirte milo que nadie cree en vos como tu padre y que desde acá, lejos, a una distancia que no podés medir salvo con el alma, te acompaño a donde sea porque sos mis alas. Mi motivo de energía más alto, mi esperanza y mi amor. Todo en ese cuerpito de nene que viene haciéndose hombre ide la misma forma que tu papá, tanto que asusta.
Te amo con locura y siempre estaré adentro tuyo, en un rincón perdido de tu corazón lleno de pasión y de genio.
letter
Qué loco que en inglés carta se escribe como LETRA o incluso como LITERATURA. Ellos tienen esas cosas con ese idioma limitado, te topás con múltiples significados. Pero no iba a eso. Les aviso, se viene una serie de cartas de despedida para todos ustedes. No planeo suicidarme, al menos este mes, tranquilos. Pensé mucho en estos días que nadie le dice a la gente que quiere qué es lo que siente por ellos. De pronto, te morís o lo que sea* y nunca se expresan estos ricos pensamientos. Bueno, se vienen mis cartas de despedida y la razón no importa. No se pierdan el próximo volviepisodio, a la misma volvihora, por este volvicanal.
* lo que sea no es ir al supermercado o cosas así.
* lo que sea no es ir al supermercado o cosas así.
regalo para froggie
Podría regalarte un perfume, o una cafetera expreso italiana que evitaría ese café colado en calzoncillo de beduino (que acaba de cruzar el desierto en camello con 50º a la sombra) que solés preparar. Una flor, una tanga, bombones. Una peli de las que no viste y a mí me encantan. Música o algo para la guitarra. Podría ser un libro que es de los objetos que más tenés y más te gustan. Un cuadro o una poesía si me animara a escribirla. O un regalo para cada sentido como te hice cuando nos conocimos allá en Colonia. Este copy de hecho podría servir. Pero no. Ya sabés que es lo que te voy a regalar y va a quedar bueno en tu casa, pero no me refiero a ese tipo de regalo. Te hablo de otra cosa. Y para que valga la pena lo que quiero darte, tengo una gran tarea delante que es mejorarlo, hacerlo más valioso. Cambiarle lo malo, lo que no anda. Arreglarle las fallas, upgradearle sus capacidades, el potencial, lo bueno que si bien poco, es bueno. Y estoy en eso, cada día, cada mañana cuando me levanto y encaro la vida de otra forma, lo hago. Cada vez que uso algo que pensé que no tenía (y descubrí gracias a vos) como son la tolerancia y la comprensión, estoy haciendolo un mejor regalo pero bueh. Le falta, sabés? Le falta hacerlo más valioso. Hacerlo más lindo, o lindo a secas, cuidarlo para que lo disfrutes más y por más tiempo. Pero no me importa y hoy te lo llevo para que te lo quedes todo lo que quieras. Te lo doy con moño y todo. Siento una alegría muy grande en este momento y la felicidad de poder verte en unas horas para abrazarte y mientras te beso, decirte: "feliz cumple mi amor, el regalo soy yo".
Ginger meit
Soy el inventor del mate con gengibre. Fresco, nada de giladas. Rayás un poco arriba de la yerba y listo. A ver, hace años que lo tomo y tengo miedo que un improvisado chichipío venga y se haga el pícaro quedándose con el mérito. No se nada de la vida, pero de infusiones, una bocha. Que conste.
¿cuántas veces dije cuántas?
Si existiera dios y me cruzo con él, o me pasan la vida en una peli cuando el tiempo no importe y pueda ver mis 49 o 50 años de vida en el otro lado, hay algunas cosas que quiero descubrir antes de desaparecer totalmente. Me intriga mucho cuánta plata gané en mi vida, cuánta gasté. Poder ver la diferencia entre lo que me han pagado y lo que merecía. Cuánto recibí injustamente. Cuántas indemnizaciones me birlaron. Saber cuánto perdí cuando estando frente a un cliente, puse un precio para un laburo y pude sacar el triple. Si todo lo relacionado con la guita fue justo o no. Suelo hacerme estas preguntas idiotas y aunque suene incoherente no son por lo material, por el sucio billete, es una curiosidad estadística extraña. Saber cuánto le costé a mamá, cuánta plata me dió para caramelos, cuánto para el bondi. Cuánta plata le saqué del monedero a Granny y a Angelina su hermana. Qué perdí, todo, hasta la cosa más insignificante. Cuántos regalos me hicieron. Cuántas láminas de papel romaní compré. Cuántas coca cola me tomé y cuántos asados comí. Cuántos chistes tiré. Cuántas cosas inventé o cree sin robar a nadie. Quisiera saber cuántas oportunidades perdí y cuántas veces me salvé de morir por la conexión de hechos que, aleteo de mariposa incluído, hubieran terminado con todo. Quisiera saber cuántas veces me dijeron te amo y cuántas veces lo hice yo. Quisiera saber quién me quiso y no lo supe y cuántas veces me crucé con una chica que me imaginó dentro de ella en un juego que mezcla imaginación y lujuria. Quisiera saber a quiénes le gusté, tener en frente sus caras, saber sus nombres. Quisiera poder ver las cosas que perdí sin tenerlas y también las veces que hice a alguien feliz. O las que hice sufrir. Saber cuántas veces me sonrió mi hija o cuántas veces me dijo "te quiero" mi hijo. Cuántas caricias les dí y cuántas veces los hice sentir bien. Cuántos pañales cambié. Cuántas veces los reté o les pegué. Cuántas veces soñé. Cuántas veces tuve una idea. Cuántas veces lloré y cuántas reí. Cuántas canciones escuché, cuántos libros leí, cuántas pelis disfruté. Cuántas veces dije algo interesante y cuántas veces hubiera sido preferible que cerrara el orto. Cuántas veces hice el amor y cuántas cogí. Cuántos besos di, cuántas veces abracé. Saber cuántas personas conocí. Y a cuántas me crucé en el bondi o en el tren. Saber qué hubiera sido de mí cambiando cositas, pasando derecho por una calle o no invitando a alguien a entrar en mi alma.
Quisiera ver tirado en un sillón, cuadernito en mano anotando estos datos mientras revivo absorto cada hecho, cada dato de mi vida en la sala donde proyecten nuestra historia cuando no hay más nada para editar. Palabras. Números. Preguntas que me encantaría poder contestar exactamente y no entre desvaríos como a veces hago, o como ahora.
Pregunto para que te preguntes, ¿vos qué te preguntarías?
Quisiera ver tirado en un sillón, cuadernito en mano anotando estos datos mientras revivo absorto cada hecho, cada dato de mi vida en la sala donde proyecten nuestra historia cuando no hay más nada para editar. Palabras. Números. Preguntas que me encantaría poder contestar exactamente y no entre desvaríos como a veces hago, o como ahora.
Pregunto para que te preguntes, ¿vos qué te preguntarías?
Para el post número 100, otra de woody
"Si no te equivocas de vez en cuando, quiere decir que no estas aprovechando todas tus oportunidades."
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