viernes
Hay quienes tienen que tomarse un bondi. Otros se suben al auto y recorren sin pensar el camino a la casa de la novia. O del novio. Mile se sube a su moto y los que la tienen a un par de cuadras desconocen estas travesías. Yo en cambio evitando trenes y bicicletas, me voy al centro en subte (o taxi cuando está complicada la cosa) y me monto en un bote con monopolio incluído que surca las aguas de este bendito Río de la Plata hasta llegar a tierras charrúas. A la colonia del Sacramento llena de historia portuguesa y española. La vereda de enfrente tan vapuleada por culpa de la pulpa finlandesa y los cortes de ruta. De hecho desde emprendí esta loca cruzada, estuvieron los puentes cerrados con lo que la experiencia de subirse al bus, la dejo para más adelante. Me encanta cruzar el río. Me encanta esta cosa de extrañar a mi novia. Me encanta desearla y no tenerla, no de masoca. Si fuera por eso no me separaba y tenía sufrimiento como para hacer dulce. Adoro el momento que nos abrazamos felices sólo por vernos, por tenernos, cosa que la rutina te esconde y no tenés en cuenta nunca pero que es de por sí un motivo de alegría. Nosotros no damos nada por sentado y un sms es amor como lo es una charla de Skype, un beso o un tubazo culposo al celu (culpa porque pese a que me controlo, me van a cortar la chota en el laburo el día menos pensado). Me encanta viajar para verla porque es desconectarme. Mi vida se pone en pausa. Dejo todo atrás y soy solo de ella, aún hoy que me llevo un envío para Alejandra que presenta el lunes, cagandolo a Diego desde arriba de un puente. Pero me desconecto, justo yo que soy un 24/7/365 enfermo de la mente conectado 100%. Esta distancia y lo que conlleva, son un condimento increíble para mi relación. Y la quiero cada día más a la loca, aunque le diga las barbaridades que le digo, la amo a la rusa, amo a su familia, a su ciudad, a su país. Cuando leo sobre la celeste me pone contento como si me estuviera volviendo uruguayo de a poco sin darme cuenta. El sol se pone estas tardes de viernes, dibujandome unos atardeceres inolvidables y si bien no sé cuánto va a durar esta historia, espero que lo haga por siempre y que siga regalándome cielos con líneas llenas de color y nubes, que como hoy, me ponen más feliz de lo que estoy, como si eso fuera posible.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
es la increíble e impalpable mágia de la costa oriental del río de la plata. su encantamiento es profundo, lo envuelve a uno en oleadas de melancolía, colores y recuerdos y de ése estado uno nunca termina de recuperarse del todo nunca. Por mas tiempos que transcurran.
ReplyDeleteE ma ho!
Tsultrim
Quería escribir algo lindo, pero no puedo. Cada vz soy más choto dándole a las teclas.
ReplyDeleteAsí que sólo voy a decirte que a mi vos no me cagás, y que me gusta leer un post de amor y felicidad.
Abrazo.
Querido Aldo yo intenté subir un par de veces no sólo un agradecimiento, sino una declaración del estado de las cosas con usted como compañero de tormentas y de alegrías como las que nos encierra algún que otro brief y tampoco pude. Cuando uno cuenta lo grato que es aprender y hacer con otra persona, suele irse a la banquina de la grasada. Como con los mensajitos de texto a ciertos personajes cuando el estado alterado llega al borde de lo calamitoso y uno tira palabras empalagosas de cariño como las que intenté volcar acá sin éxito.*
ReplyDelete* si no puede usted, imagine yo. La próxima le hago un collage con papel glacé que me va mucho mejor con los coloritos que con los copys.
Y pensar que hay gente que envidia cosas materiales.
ReplyDelete