A veces uno no encuentra el punto de partida para una idea. Buscás la forma de entrarle al tema pero en momentos como ahora que se agolpan miles de sensaciones, es difícil agarrar la punta del ovillo. Hoy lo encontré. Caminaba por la 42 temprano antes de entrar al laburo, muy tranquilo con la frescura que te dan la primavera acá y el saber que tenés todo bajo control. Por el cable blanco no sólo me llegaba Charly García, sino también recuerdos de épocas doradas. El punto, el quiebre, el segundo donde todo aquirió otra dimensión fue el finale de Bancate ese defecto que se convirtió en la banda de sonido perfecta para esa películita muy íntima, pequeña y cargada de emoción. Donde la escenografía y la iluminación de un sol que entra donde puede, se juntaron para dejarme inmóvil. Sin reacción. Feliz.
Traté de encapsular este momento en tiempo real y ahora, al revivirlo vuelvo a sentir algo parecido. Mis estadías aquí están plagadas de momentos como éste, pero la magia, la verdadera, la que te hace sentir que entendés todo, son muy de vez en cuando. Como hoy cuando venía caminando distraído por la 42.
Man, me parece increible lo que hacés, realmente. Que universo tan rico. Lo digo con toda honestidad.
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