Doña Petrona ha muerto

Brasco arrancó la nota diciendo: "costumbres sempiternas deliciosas se esfuman de la vida; chau". Punto. Antes de seguir con los ejemplos que escribió con su destreza para la pluma que iguala ante la copa o el tenedor, me quedé pensando en cuántas de éstas costumbres se diluirían. Cuántas anécdotas, recetas, historias y platos de mi familia se irán conmigo hasta perderse en el olvido. Leyendo, después de un par de ejemplos, cuando llegué al puchero con repollo, volé rodeado de recuerdos de mi Grampapa contándome que cuando "salía a comer", costumbre que imagino salteada por una combinación de cosas, él pedía puchero "porque nunca podés hacer un puchero como el que servían en "El globo" Hipólito Yrigoyen 1199 o en "Pedemonte" y te pasaba a enumerar los ingredientes servidos individualmente en un carrito que sólo podré paladear en la imaginación, donde ese repollo nostálgico del viejo, bon vivant de verdad, era sólo un invitado más. Me colgué recordando los scotch pancakes de mi vieja y el olor a la manteca en la plancha, la buseca de granny con un mondongo cada vez más ignorado, o su puré pura manteca pimienta y crema, y porqué no, con la ensalada de mi nono llena de albahaca y manzanas de oro. Irremediablemente cuando te das vuelta a buscar algo que el tiempo dejó perdido en un cajón, te das cuenta que estás hecho un viejo choto. Tengo plena conciencia de que lo único que tenemos en las manos es el presente pero sin ser un tipo que vive en el pasado, me gusta atesorar esos detalles que aparecen de vez en cuando, como antes hacían los parientes que venían de visita sin avisar. Cosas que vuelven a la vida en un flash por un instante, puede ser una biblioteca o un olor, una foto o una comida. Hoy veo las nuevas generaciones (chicas treintañeras con las que convivo, de las que sólo un par pueden cenar sin llamar un delivery o descongelar algo) cada vez son menos quienes se interesan por ponerse a COCINAR. Y ojo que la cocina es sólo un ejemplo. Hoy comer es un pecado e imagino un futuro light con serecol, 0% grasa y omega 3 que harán tan inusual un caracú como hoy es el asado de mamut. El tiempo arrasa con costumbres y usos, irresponsable y descuidado; tal vez eso sea tan bueno como necesario. Es la falta de interés por lo que pasó, el desesperado apetito por consumir tendencias y lo nuevo de forma excluyente, lo que provocan esa apatía por lo que ya fue. Me encanta lo nuevo no te confundas, la innovación en todos los rubros, de hecho, la cocina molecular me intriga lo mismo que un bife de Kobe, que por seco (yo, no el bife) no sé si o cuándo probaré; me dan muchas ganas de experimentar, tantas ganas como las que tengo de armar, en algún lugar, una quijoteada que preserve, al menos una generación más, mis costumbres. Chiquititas, irrelevantes y personales. Desde su perfil de guardián con Taj mahal de fondo, el extinto Komari se burla perversamente, demostrando que hay cosas que no volverán y es una pena porque de eso solo queda un halo difícil de transmitir. Imagino que todas estas nostálgicas porciones que saben a recuerdo, tienen un lugar reservado en la mesa de quienes supieron probarlas y de nadie más. No sé si mis hijos, sin ir más lejos, se pueden emocionar ante unos dumplings con durazno o si voy a poder lograr que alguien sienta lo mismo, como un póstumo homenaje, al servir el famoso Rowley Powley que a pura sábana no pudo culminar con éxito el incomparable Reggie. Qué se yo qué pueden sentir ustedes si les sirvo cordero con arvejas (peladas, frescas, ni congeladas ni de tarro) con un gravy de menta. Nada. No se irán proyectados a puro aroma al living de Banfield, a sentarse contentos al lado de Uncle Martín con auntie Doris sirviendo la comida con esa felicidad sajona ante la mesa, de alguien que vivió la guerra sin el tinte miserable y raspa-olla que todo italiano que pasó por lo mismo le puso a todo, dentro y fuera de la cocina.

Hablo de cosas que no tendremos nunca. Como ese puchero que no probé con repollo y todo, que contaba el viejo sibarita desde una nota, muchas pequeñeces representan un todo gestáltico desde la parte y son esas partecitas las que se pierden, las que quedan debajo del progreso que capa por capa va construyendo el mañana. Andá a saber dentro de un tiempo, quién descubra estos fósiles recuerdos. Que como ahora, me reviven en una tarde de sconnes y mermelada de pomelo, ante un tecito con una pizca de leche, a mi vieja y a mi abuela, que debe estar en algún lado entre Juanita y algunas ollas, contándole a doña Petrona cómo su marido se pasó meses haciendo lasagnna tratando de hacer ravioles, pateándo ollas a lo loco, pero eso es algo que dejo para otro día. Háganme acordar y les cuento.

5 comments:

  1. No sé si me es más difícil cocinar o armar un mueble de easy. Pero está bueno, es tiempo invertido que sí o sí nos va a quedar adentro. Lo que pasa es que entre el apuro y el hambre, ponerse a cocinar es como meterse en un cuarto oscuro a revelar en blanco y negro.

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  2. La tradicion familiar muchas veces se ve reflejada en la cocina...creo firmemente que, en que comemos, como y cuando comemos y que tomamos...esta marcada por un tradicion y educacion familiar...

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  3. Gracias amigos, este no es un blog de comments y me alegran el día cada vez que se copan a escribir algo.

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  4. Avanzando en la lectura de tu post se me empezó a nublar la vista y apareció, en lento cross fade mi vieja casa de Beccar, donde los pucheros con repollo eran tan comunes que no les daba bola. Odio el delivery, los arcos dorados y las comidas congeladas/envasadas/aptas para microondas y cuando me pongo a cocinar en casa me corre un cosquilleo en la espalda que me hace disfrutar ya desde que pienso en donde voy a comprar los ingredientes..
    Y cuando leí "Komari" estallaron los fuegos artificiales! El Komari fue el refresco mas rico que se inventó y se inventará y maldito por siempre el responsable de que ya no exista.
    Se me ocurre Rucci que podríamos juntarnos a encacerolar unos pedazos de vaca, pollo y cerdo, mas algunos embutidos, tubérculos, legumbres y hortalizas, incluyendo el viejo repollo, solo como para contribuir con nuestro humilde aporte a la memoria colectiva.

    Un abrazo..

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  5. Goro: antes de fin de mes en casa, con mile y su chica sale una comida, hora y día por mail. Es un hecho, dale?

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