momento kodak

Hoy estaba laburando en la agencia en un lugar inusual, me llevé la mac lejos del quilombo y quedé al lado de la puerta de entrada secundaria, que como buena puerta de casona es de vidrio y hierros forjados. Muy lindo todo hasta que empezaron a sonar disparos en la calle, con una cercanía y frecuencia que no tenía registrados. El punto era que estábamos con Kody sentados de espalda a los tiros con sólo un vidrio separando los balazos de los chorros y nuestras espinas dorsales. Alguno se asomó por la escalera al grito de "salí de ahí gordo que están dándose con todo". Ya me veía entrando como Christopher Reves en la silla de ruedas pero por suerte no paso nada de eso. Salimos todos a la calle y vimos que los autos estaban llenos de corchazos incluído el de uno de los Directores Creativos. El que estaba en la línea de fuego entre el chorro y yo, estaba con los vidrios rotos. El momento Kodak que da nombre a este post, fue cuando estando la calle llena de canas exaltados, chusmas, damnificados con los autos hecho un colador, y transeúntes de todo tipo, Nico uno de los ejecutivos de cuenta, salió con un revólver de juguete en el bolsillo de la camisa. Al darse cuenta, no tiene mejor idea que sacarlo y pensar ¿Qué mierda hago con esto en la mano acá? Nico en la escena del crimen con un chumbo en la mano, es algo difícil de olvidar.

la cosa más triste que leí en mi vida

A los 8 años y con leucemia, se "casó" con su novia del colegio
Reece Fleming tenía 4 años cuando le detectaron la enfermedad. En 2008 su salud empeoró y los médicos le dijeron que le quedaba poco tiempo de vida. Les pidió a sus padres cumplir un último sueño: "casarse" con Elleanor Purgslove, la nena que más quería. Hubo fiesta, vestido, torta y anillos. Al día siguiente falleció.


http://www.flickr.com/photos/volvidejapon/2702203866/

eternal

There was no sound from the alarm. He didn´t hear the sirens far away as usual. No spotlights aiming at a sky as black as the present world was breathing now.
He lived in a London suburb with his mother wainting day after day for a mailman who would leave him more of an orphan.
The war had started some time before, and Timmy took refuge in his dreams and not under the table. He was 12 years old, and the things he had lived through made him understand, by force, that the solution to the problems of human beings were not found with death, but with quite the contrary.
The dining-room was intact, from the time it was filled with laughter, and he was there, thinking about stories that made him forget his own.
His neighbourhood had never been bombed but an explosion on the roof left him petrified, bathed in wood and dust, standing, before a bomb with the colour of wind, that a German pilot on an ill aimed flight, dropped where he could.
The small china horse which kept the books in place, neighed in terror.
The world stopped. The bomb remained suspended in mid air, and Timmy knew everythin g was finished. Listless within an eternal pause, he gazed at the walls, with the plates trembling without movement, looking through the light freckled with plaster and splinters of wood. The brown wall paper was the stage prop of a terrible scene which nobody could reproduce. Not even the one who had tried for Guernica. The immensity of the silence resembled the uncertainty with which the boy was trying to see death from behind a chair. Was this death? An eternal instant before desintegrating together with his dreams? Timmy couldn’t cry. All questions came to a stop, for no answers came to meet them. His gaze took flight through the great hole in the roof showing a star lit sky. The shining metal and the rays of shadows seemed beautiful to him when a feeling of peace took hold of him, and time followed its course.



Eterno está también en español acá al lado en los links de PURO CUENTO.

Belleza no americana

Paris es una ciudad sorprendente, inmensa en una medida que no sigue reglas ni responde a las leyes de la física. Es un lugar donde sentís irremediablemente algo, te impide ser indiferente. Constantemente te seducen aromas, colores, elementos simples como un mosaico o una puerta de calle te quitan el aliento, siempre aparece algo que te cachetea el corazón. En mi anterior visita hace unos años, enfoqué hacia lo inerte, la arquitectura, la ciudad en sí. Paredes, ventanas, muros de piedra, mármoles, plazas, el verde furioso que descubrí a medida que me internaba en el hermoso cuadro que es francia, desde la ventanilla de un tren. Lo único con vida en lo que reparé fue el arte y la intensidad de mi encuentro con él no dejó energía para nada más. Esta vez ocurrió todo lo contrario. Fue una visita humana, cargada de emoción paternal ya que el centro de todo fue mi hija y con esa visión puse el ojo en cosas que no había visto y eso me convirtió esta experiencia en reveladora, irrepetible. El foco no estaba ni en mis deseos ni en mi persona y si bien la cámara robó parte de mi atención y seguí mirando para arriba, esta vez miré a la altura de los ojos y más abajo también.
La sorpresa más grande fue darme cuenta que en Paris la moda no está solo en las vidrieras y en las pasarelas sino en la calle. No hay otra ciudad en la tierra donde la elegancia sea tan marcada como aquí. No sólo las mujeres, los hombres con sus mujeres y sin sorpresa los hombres con sus hombres portaban lo que parece que nadie usa cuando pasás por FTV. Galiano, D&G, Ford, Gucci, Dior o Yves Saint Laurent que dijo adiós en esos días; la moda es parte de la gente, de la calle, de la ciudad. Estilo en tiempo real. Sorprendido por eso, con los días empecé a percibir que la belleza de las parisinas no tiene comparación con nada y supongo que desde los días del enorme Toulouse las cosas han sido así. Tuve la suerte de andar por algún que otro lugar y créanme: las mejores mujeres del mundo no son argentinas. La belleza incomparable de las chicas con las que te topás en cualquier arrondissement es sorprendente. Amelies andan por ahí con una gracia inimitable y si a eso le agregamos que hablan francés, bueno, "Cerrá Pedro!". Obviamente hay cachivaches como en todos lados y mujeres con un perfil digno del César están a la orden del día. Lo que te deja boquiabierto a niveles de un tiburón blanco, es la cantidad de rostros que como mínimo catalogaría de perfectos. Miradas de una profundidad que roban el alma. Tuve con Anabella y con alguna otra chica, discusiones sobre mi incapacidad para darme cuenta cuando un tipo era lindo, y esa cosa de no soy puto que hace que no quiera ver. Ok, Clooney o Pitt tienen una facha inalcanzable eso lo ve hasta Sandro, pero con la gente real no lo percibo como podría hacerlo otro mortal o mejor aún, mi hermano. Esta vez amplié el criterio y así como la alegría no solo es brasilera, la belleza no es solo femenina. Ropa impecable, percha tipo Brosnan, accesorios alucinantes y a diferencia de NYC donde la elegancia es reservada al mundo gay, acá está diversificado a un espectro más amplio.
Y hablando de rosas, no todo son rosas porque la baranda a mandril sigue existiendo y si bien los perfumes nos abrazan en el subte y en todas partes, te encontrás de pronto en hora pico en situaciones más gauchescas tipo el Roca que de la Rive Gauche. Es así, negros hay en todos lados. Y este negrito de Spegazzini caminando por Saint Germain feliz con su hija a su lado se regocijaba el espíritu a cada paso, a cada click. Momentos hilvanados que con los días se pulen, ganan brillo y como dijo mi gran amigo Bioy Casares con respecto a la previa y al después de las vacaciones, estoy en el momento en que la distancia y la memoria le suben la saturación, el contraste y le dan un poquito de sharpen a los recuerdos para que tengan un color que sólo la mano del genio de Caprese pudo igualar acostado arriba de un andamio puteando bajito contra las órdenes de un papa.