Mi vida sin iPod

Por un error de cálculo* estuve sin iPod desde febrero y nunca me hizo tanta falta como en este momento. Se comprobó científicamente que existen pocas actividades donde este aparatito de la manzana no es imprescindible para ser feliz. Uno de ellas es arrojarse en valerosos clavados desde los acantilados en Acapulco, otra es durante el acto amatorio, siempre dependiendo de la compañía de turno, elegida o subastada (en Minessota una mujer logró tras un juicio controversial, el permiso para escuchar su iPod "de forma terapeútica", durante el acto sexual, cosa que causó revuelo en otros estados y la renuncia de la plana mayor de la Corte Suprema de Massachusetts) El resto de las actividades humanas se mejora notablemente con música aplicada directamente al fondo de los canales auditivos, al punto tal que a veces, merece la pena vivir. Pero no, hoy tengo una macbook en la bandeja y varios gigabites de gloriosa música pero brilla por su ausencia la conexión entre esta maravilla de la tecnología y mis oídos. Para peor, la compañía que me está llevando a Chicago, dispone de una variada y muy aceptable cantidad de opciones en sus canales de audio. Es más, hizo una de las emisoras que utilice el set de auriculares gratuitamente provistos para desfrutar de muy buenos tracks. Al conectarlos es imposible discernir entre el ruido que viene directamente de la turbina (por eso traen dos plugs para conectar) donde los ingenieros de la Roll Royce monitorean el correcto funcionamiento de éstas y el otro canal que es para la música que decodificaría con más facilidad si nos alcanzaran la partitura en braile del último hit de David Guetta. La calidad de los auriculares de Continental Airlines es extraordinaria (porque es más ordinaria que lo establecido como mínimamente aceptable por la cuarta enmienda de la constitución de los Estados Unidos) Creo sin temor a equivocarme que si la fábrica de jugos Mocoretá fabricara éstos accesorios, lo haría con mayor éxito. Toda esta situación me la gané porque no puedo cargar ni un miserable auricular, como el que uso en mi trabajo, ya que voy a ingresar al país un cargamento tan grande de iPods de última generación, que me puede llevar a la etiqueta del Whisky Old Smuggler sin escalas.

No hay caso, la falta de fidelidad en la música, me saca de quicio más que la falta de felicidad; porque aunque "suene" extraño, comparten algo más que un manojo de letras.


* error de cálculo sólo comparable al del Rey Mago Baltasar cuando visitó, para entregar souvenirs, un campamento del Ku Klux Klan en Carolina del Sur en enero del 65.

1 comment:

  1. estimado flavio, tiempo hace ya que no pasaba por tu blog. realmente debo confesar es un deleite pasar de tanto en tanto y leer, no, más que eso, ver, por que puedo ver a través de tu relato. las imágenes en éste caso se suceden una a otra a medida que avanza la historia. eso, es algo que me sucede con pocos escritores que tienen el don del gancho. con mujica lainez, con benedetti, con hp lovecraft. desde ya muchas gracias.
    ojalá pueda recuperar su ipod, yo no logro despegarme del mío. no puedo soltar "in rainbows" de radiohead. simplemente no me deja desconectarlo.
    un abrazo, que tengas buen viaje.
    una vez mas. gracias.
    Tsultrim Namdak

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